Cómo serán las aulas luego del COVID-19

El cierre de todos los centros educativos a mediados de marzo derivó en un ensayo forzoso de nuevas formas de enseñar, aprender y evaluar. Hoy, cuando en otras partes del mundo comienzan a vivir la nueva normalidad,  nos preguntamos  ¿cómo será el retorno al aula?

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Algo en lo que la mayoría de los especialistas coinciden, es que los espacios áulicos deben ser menos concurridos y más flexibles para reorganizar grupos cuando sea necesario.

Si bien en los últimos 20 años se ha insistido en el impacto de la tecnología en lo educativo y se han definido marcos teóricos para estudiantes, docentes y los propios centros, el confinamiento ha revelado que no existían tantos avances como se presuponía.

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Falta conectividad, dado que siguen existiendo hogares sin Internet. Es difícil contar con un ordenador para cada miembro de la familia y además se detectaron grandes dificultades relacionada con el uso adecuado de la tecnología.

Esa incertidumbre de estar o no a la altura cuando llegue el próximo septiembre se une a otro desafío que ha agudizado la pandemia: ¿cómo educar a prueba de futuro para que los alumnos sepan desenvolverse en una sociedad cambiante?

Las escuelas del siglo XXI piden a gritos que se derrumben muros y que se flexibilicen los espacios. ¿Cómo se puede trabajar por proyectos o grupos colaborativos en aulas tradicionales, cerradas y uniformes? La renovación educativa pasa, sin lugar a duda, por una reforma y renovación también del espacio del aula.

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Pero, que el diseño de los espacios educativos es importante, no es una invención de los estudios de arquitectura en época de crisis, sino que responde a datos científicos que han determinado que el entorno físico donde se desarrolla el aprendizaje puede variar el rendimiento de los alumnos hasta un 25%. En esos estudios se investigó el desarrollo de varios grupos de alumnos teniendo en cuenta distintos parámetros de diseño de sus aulas. Fueron, por ejemplo, la orientación del aula, la cantidad de luz natural, el ruido, la temperatura, la flexibilidad de los espacios, el color o la calidad del aire, los aspectos determinantes para concluir que los espacios educativos juegan un papel destacado en el aprendizaje. Espacios educativos en lugar de aulas.

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Pronto no existirán las aulas de música, o las de plástica, porque serán sustituidos por espacios que aceptarán actividades de distinto tipo. Las aulas de informática perderán el sentido porque la computadora comienza a usarse en todas las clases. Los pasillos no serán lugares de paso sino espacios donde trabajar en grupo, donde leer, compartir o descansar.

La forma en la que se distribuyan los pupitres condiciona completamente el tipo de relación que se establece entre maestros y alumnos, entre los mismos estudiantes y entre ellos y el aprendizaje.

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Hoy nos encontraremos con rigurosos protocolos,  mamparas o mayor distanciamiento entre alumnos, pero lo que se viene es la desaparición del aula tradicional.  El espacio habla. Y es por ello que no existe un diseño único, acertado y que garantice un mejor aprendizaje de los alumnos.

Aula en china Nueva rioja

Cada contexto, cada objetivo pedagógico, cada metodología y cada política de curso determinarán, pues, la forma en que se organicen las aulas. Resulta difícil, por ejemplo, imaginar un debate en grupo donde los alumnos no tengan contacto visual entre ellos.

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Es muy probable que poco a poco los centros educativos se conviertan en escuelas inteligentes.

Nos vemos…

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