Elegir el color para pintar el frente de tu casa suele ser difícil. Con sólo cambiar la tonalidad de una pared, podemos cambiar las características del lugar y generar un ambiente nuevo, fresco y alegre. Al fin y al cabo, el color es lo primero que vemos y juega un papel muy importante en la ambientación, no solo de tu casa, sino del entorno en el cual se halla.
En primer lugar algo importante a considerar son las sensaciones que provoca esta construcción y su relación con el entorno. El color sirve para enfatizar o disimular sus propias características, influye en las formas y los volúmenes, aportando además identidad. Por este motivo, la elección del color es básica.
Según estudios realizados por diferentes firmas comerciales, basándose en sus ventas, el blanco es en la actualidad y desde hace años, el color más utilizado en exteriores, especialmente en casas que se encuentran fuera del casco urbano. Es un color clásico que no pasa de moda y que, en su versión más pura, es considerado por muchos como el tono perfecto, ya que supone la suma de todos los colores. Pero la principal característica de este color es que no absorbe el calor del sol porque la luz rebota en él, por lo que resulta muy adecuado para climas templados, especialmente frentes orientados al oeste.
Es frecuentemente combinado con tonalidades neutras como los grises y el negro. La tendencia es usar estos colores para destacar toques oscuros contra la claridad del blanco
Un exterior totalmente negro o gris oscuro es una de las tendencias más arriesgadas. Puede parecer una opción un poco sombría, sin embargo, destaca todas las características estructurales de la casa, enfocando la atención en sus cualidades arquitectónicas.
En estructuras urbanas se tiende al uso de colores más naturales y cercanos a los utilizados por la arquitectura tradicional. Los marrones evocan la madera, la tierra, la piedra y la arena, y son más usados porque psicológicamente dan la sensación de estar más cerca de la naturaleza.
Es muy frecuente que se usen dos tonalidades para pintar las paredes exteriores cuando se usan colores tierra; por ejemplo, una tonalidad beige combinada con blanco, con marrón, o con una pintura de color intenso. El color de la pared se puede combinar muy bien en estos casos con revestimientos naturales o con piezas de porcelanato de tonos tierra oscura. En cualquier caso, una puerta de madera y un diseño de macetas con plantas aportará el toque final en una fachada de este tipo.
Si se trata de tu casa, te gusta ser original y además quieres que la fachada sea llamativa, no habrá nada como elegir tonos que sean fuertes. Es mucho más común usar un color vibrante combinado con otro natural o neutro, de esta manera se logra resaltar una parte en particular de la construcción y luce muy adecuado en el estilo más actual. Pintar todo el exterior de una casa con una pintura intensa puede ser una apuesta más arriesgada, pero esto no quiere decir que no sea posible.
Si lo que pretendes es darle color a una fachada pero que no luzca tan estridente, lo que necesitas es una tonalidad apagada o saturada. No cansan a la vista y se complementan muy bien con los colores del entorno, que generalmente son naturales o neutros.
Los colores suaves se aprecian delicados y dan un matiz distinto al de los neutros, y sin agobiar.
Los colores pasteles o muy suaves son menos comunes pero también pueden ser usados en casas de estilo clásico, generalmente en combinación con un tono más intenso de la misma gama, negro o blanco.