Con esto del coronavirus y tanto tiempo que pasamos dentro de la casa, es un buen momento para observar, un poco, en qué estado se encuentran esos espacios y quizás, calmar esta sensación de encierro, haciendo cosas que normalmente ni se nos ocurriría o no nos dan los tiempos.
Lo primero es observar con detenimiento cada rincón, ¿que buscamos?
Bueno por esta parte del planeta la temperatura empieza a fluctuar y tenemos días de calor pero también empiezan días más frescos y húmedos. Llegó el otoño y con él las lluvias son más frecuentes.
Es buen momento de prestar especial atención a que la humedad, en ninguna de sus formas, empiece a asomar.
Observemos los rincones, a ver que encontramos…
Generalmente, la primera en aparecer es la más común de las humedades, pero no siempre la más sencilla de eliminar. Es la que se produce por condensación.
En condiciones normales, sentimos que esto de analizar porque se producen problemas de humedad en la casa no es lo nuestro, entonces ¿qué hacemos?, lo derivamos. A veces los resultados son buenos y otras no, ¿porque?
No siempre el profesional es malo, es que a veces un espacio hay que vivirlo un poco para entenderlo.
Generamos vapor de agua simplemente VIVIENDO. ¿Cómo? Al cocinar, al bañarnos, al usar calefactores de llama expuesta y hasta al hablar.
Ese vapor pasa al aire hasta el punto de saturarlo. Cuando el aire ya no puede contenerlo termina condensándose sobre las superficies frías de nuestras casas.
Por lo general, aparece en las esquinas de las paredes y techos y, finalmente, se manifiestan en forma de puntos negros o marrones como se ve en esta foto.
El moho es un tipo de hongo y está presente en casi todos los lugares, incluido el aire. Es importante tomar conciencia de que es toxigénico, es decir, libera micotoxinas que pueden ser extremadamente dañinas para los ocupantes de la casa. En el caso de los bebés y los niños, la exposición al moho es aún más dañina. Un estudio mostró que los niños expuestos al moho pueden tener más probabilidades de desarrollar asma.
¿Qué podemos empezar a hacer?
Abrir las ventanas y ventilar es clave para que la humedad no se instale en los ambientes. Además de renovar el aire y permitir la entrada del sol, se evita la formación de condensación y el crecimiento de moho.
Si el moho ya forma parte de nuestra decoración, que mejor momento para empezar a echarlo. Solo necesitas: ¼ taza de bicarbonato, ¼ taza de agua oxigenada al 10%, 1 cda. de detergente o vinagre, todo mezclado, lo pasas con una esponja y lo dejas actuar unos 10 minutos, cepillito o trapo duro para raspar un poco y a enjuagar. Si la mancha no es muy negra y no te trae problemas el olor, la lavandina pura líquida o en gel también da muy buenos resultados. Lo que pasa es que en situaciones como cielorraso y pared, es más difícil de manipular sin que te salpique.
A trabajar!! Ocuparnos en momentos como este, no solo nos va a ayudar a que todo pase más rápido, sino que al final tu casa quedará más linda y seguro te vas a sentir mejor. Nos vemos…