Cada etapa de la vida tiene necesidades distintas. Los niños crecen muy rápido y su habitación debe cambiar a su ritmo. Para el bebé debe ser un refugio, después una zona de juegos y, luego, un reflejo de sus gustos.
Bienvenido a casa: su primera habitación
Al planificar su primer dormitorio es clave pensar en el futuro. Sí, ahora es un bebé, y con el moisés y el cambiador te alcanza. Pero en unos pocos meses el moisés le quedará pequeño y tocará dar el salto a la cuna. Y su ropita, que cabía perfectamente doblada en una cómoda, empezará a crecer de tamaño y de volumen y el armario se convertirá en una necesidad.
Las piezas básicas: Una mini cuna segura, una cómoda que hace las veces de cambiador, una butaca para acunarlo y una mesa con sus sillas para dentro de unos meses.
Otra opción, si no quieres ir cambiando de mobiliario en poco tiempo, con el costo que esto significa, una buena opción es elegir piezas convertibles o de doble uso. Por ejemplo, una practicuna puede servir de sofá para acunar al bebé hasta que abandone el moisés.
y el cambiador se transforma en escritorio.
Los colores: es importante crear una atmósfera relajada, que invite al descanso, sobre todo durante el primer año de vida. Los colores suaves y los apastelados, tanto en paredes como textiles, son la elección correcta.
Si buscas algo actual, no muy de bebé, el verde mint es la opción. Combinado con el blanco se logra una habitación luminosa, acogedora y funciona tanto para niña como para niño.
Detalles que importan: como una alfombra mullida para cuando empiece a gatear, una luz tenue por si se despierta por la noche o unos estantes para tenerlo todo a mano cuando le cambias.
Con visión de futuro
Cuando va creciendo, ya dos o tres añitos tenemos que pensar en un cuarto que dure más o menos hasta los diez o doce. Ya no es un bebé y esto debe notarse también en su cuarto. Ahora pasa casi tantas horas despierto como vos y muchas de ellas las invierte jugando. Por lo que conviene reservarle una zona de juegos para que pueda hacerlo con comodidad y seguridad. Si los metros son escasos, puedes arrimar la cama a la pared así liberarás un espacio central. Completa la zona de juegos con una alfombra mullida –para que sea más confortable– y una mesita de juegos donde poder hacer sus primeros garabatos.
Muebles que duran: Como la cama o el armario abierto, están pensados para que el niño los pueda usar hasta la adolescencia. En esta etapa será muy importante contar con soluciones para guardar sus pequeños tesoros. Baúles, cajas y cestas para sus juguetes, estantes a su alcance para los cuentos y los peluches…
Orden a la vista: En esta habitación las cosas no se esconden, se ordenan. Si planificas soluciones de almacenaje a su altura ellos mismos aprenderán que después de jugar siempre se recoge.
Tonos neutros: Otro de los aciertos «duraderos» ha sido decorarla en tonos neutros. Son siempre la base perfecta para que sean los textiles y los complementos los que se encarguen de poner la nota más colorista. Además, lo pequeño es mucho más fácil de renovar.
En el próximo post te paso algunas claves básicas a tener en cuanta cuando entramos en la adolescencia, una etapa en la que ya no tomamos todas las decisiones.
Saludos